El próximo 4 de noviembre, el distrito de Santo Domingo celebrará su 138° aniversario con la presencia de Corazón Serrano, una de las agrupaciones más populares del país. El evento se realizará en el Estadio de la I.E. Mauro Reynaldo Giraldo Romero, y según fuentes cercanas al municipio, el pago al grupo musical bordearía los 140 mil soles.
Mientras tanto, las obras públicas brillan por su ausencia, y la población se pregunta: ¿Cómo es posible que haya dinero para una noche de música, pero no para resolver los problemas básicos del distrito?
Te puede interesar: La alianza Barreto–Paz López: clientelismo y ausencia de obras en Santo Domingo.
140 mil soles para una noche, cero inversión para el pueblo
“En Santo Domingo para eso sí hay dinero”, repiten indignados los vecinos. El contraste es doloroso. Mientras se gasta una suma exorbitante en una fiesta de un solo día, Santo Domingo sigue sumido en el abandono: carreteras intransitables, canchas destruidas, falta de saneamiento y servicios públicos colapsados.
Los campeonatos por el aniversario se realizan en una cancha obsoleta construida en los 90, símbolo de la falta de gestión. El estadio donde tocará la orquesta tiene, muchos espacios sin mantenimiento. Y mientras se invierte en escenarios, luces y sonido, las obras prometidas siguen sin ejecutarse.
La población siente que la gestión municipal de Elvis Barreto en Santo Domingo prefiere el aplauso efímero de una fiesta antes que el trabajo silencioso pero necesario del desarrollo.
Polideportivos fantasma y promesas incumplidas
El alcalde Elvis Barreto, junto con sus regidores, anunció hace más de un año la construcción de polideportivos en Simirís, Jacanacas, Santo Domingo, Ñoma, Palto Bajo y Quinchayo. Sin embargo, todos estos proyectos solo existen en el papel. No hay licitaciones, ni obras iniciadas, ni presupuestos asignados.
Los regidores de Santo Domingo, lejos de fiscalizar, guardan un silencio cómplice. El Concejo Municipal parece más preocupado por conservar sus dietas que por representar a los vecinos.
“Nos engañan con promesas que nunca llegan, pero para pagar orquestas sí aparecen los fondos”, comenta un poblador.
“El alcalde solo piensa en el show, no en el desarrollo”, agrega otro vecino visiblemente molesto.
La frustración es generalizada. Cada anuncio incumplido es una nueva herida en la confianza ciudadana. Las obras públicas se han convertido en mitos locales, mientras los recursos del municipio desaparecen entre eventos, festivales y gastos sin rendición clara.
Los campesinos olvidados: ni trochas ni apoyo
En el caserío de Batanes, los agricultores viven la otra cara del distrito. Claman desde hace años por una simple trocha carrozable que les permita sacar sus productos al mercado.
La respuesta del alcalde Barreto ha sido la indiferencia. No hay maquinaria, ni presupuesto, ni voluntad política. Los campesinos siguen transportando sus productos en bestias o a pie, perdiendo dinero y tiempo.
Paradójicamente, mientras se dice que no hay recursos para atender a los sectores rurales, la municipalidad de Santo Domingo no escatima en conciertos, luces y tarimas.
El colmo es que ni siquiera la organización del aniversario está bien planificada: las calles terminan sucias, sin baños públicos ni control del tránsito. “Todo es bueno, pero lo primero es lo primero”, repiten los vecinos.
Una gestión más preocupada por el show que por el desarrollo
La crítica popular es unánime: Elvis Barreto gobierna desde la tarima, no desde el municipio.
Sus regidores, que deberían fiscalizarlo, se comportan como una comparsa más. Nadie rinde cuentas, nadie responde por las promesas incumplidas ni por la evidente desatención en salud, educación o infraestructura.
En redes sociales, los vecinos expresan su indignación con dureza:
“Santo Domingo necesita obras reales, no fiestas pasajeras que maquillan la realidad.”
“Con eso engañan a la gente. ¿Dónde están las obras de educación, salud, saneamiento o infraestructura? Esta gestión es un lastre para el pueblo.”
El malestar ciudadano ha crecido al punto que muchos ya hablan de cansancio y decepción. Lo que debería ser un gobierno al servicio de la comunidad se ha convertido en una administración clientelista, que usa los eventos masivos como distracción política.
Dimas Peña Chumacero: el rostro continuista del desgobierno
A esta crítica se suma un hecho que enciende aún más el descontento: Dimas Peña Chumacero, hombre cercano al alcalde de Santo Domingo y señalado como su testaferro político, ya se promociona como candidato a la alcaldía de Santo Domingo.
Para muchos, su candidatura representa la continuidad del mismo grupo de poder que hoy tiene al distrito paralizado.
Vecinos y dirigentes comunales lo señalan como pieza clave del círculo de Barreto, beneficiado por contratos millonarios y favores políticos. Su campaña es vista como un intento desesperado de mantener el control del municipio, pese al evidente rechazo popular.
“Si gana Dimas, sigue Barreto”, dice un poblador.
La frase se repite en las esquinas y redes sociales, reflejando el hartazgo de una población que siente que su distrito ha sido tomado por un grupo que solo busca enriquecerse a costa del pueblo.
Santo Domingo merece progreso, no distracciones
El concierto de Corazón Serrano llenará de música el estadio, pero no llenará los vacíos que deja una administración sin rumbo ni empatía.
Cada sol gastado en una noche de baile es un golpe a las esperanzas de cientos de familias que aún esperan carreteras, postas médicas, escuelas y apoyo agrícola.
Santo Domingo no necesita tarimas, sino transparencia y gestión. No necesita más promesas, sino obras concretas y autoridades responsables.
Y si algo ha dejado claro esta polémica, es que la población ya no se deja engañar por los espectáculos.
La música pasará, las luces se apagarán y los políticos seguirán bailando su propia melodía de impunidad. Pero el pueblo, cansado de tanto abandono, empieza a despertar.
Porque en Santo Domingo, la fiesta es millonaria, pero el progreso sigue ausente.
Y mientras suenan las canciones en el estadio, el eco del abandono y de la indignación ciudadana retumba más fuerte que nunca.